Educación para el desarrollo sostenible permite a las personas adquirir conocimientos y actitudes para construir un futuro sostenible. Una educación igualitaria, aumenta la prosperidad de la sociedad, de las familias. Ofrece a las personas los conocimientos necesarios para la inserción profesional, fomentando la productividad, la innovación y la creación de empresas. La educación tiene una importancia decisiva para escapar de la pobreza crónica y para evitar que la pobreza se transmita. Desempeña un papel esencial en el aprendizaje de la igualdad entre hombres y mujeres.
El empoderamiento mediante la educación es básico para seguir creciendo como sociedad.
La educación también permite garantizar la sostenibilidad medioambiental. El aprendizaje de los valores, y el comportamiento para la preservación de los recursos y el medio ambiente, son asignaturas necesarias.
La educación al desarrollo sostenible, es aprender a respetar las riquezas precedentes de la tierra, y de sus pueblos. Mantener y mejorar el estado de nuestro planeta, que es único y no tiene recambio.
Conseguir con todo ello, personas comprometidas y responsables. Todas estas cuestiones, nos llevan a preguntarnos que necesitamos también una reflexión ética de nuestra vida y de las instituciones educativas.
Estas últimas tendrían que incorporar programas, proyectos y campañas de sensibilización de principios éticos desde donde diseñar acciones educativas para un desarrollo ambiental y socialmente sostenible. Una misión en la que las familias y toda la sociedad en si, tendría que involucrarse en serio, puesto que es primordial para nuestras vidas.
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