En artículos anteriores como «Made in Bangladesh» «Made in China» y su cruda realidad hemos topado realidades de los problemas que sufren personas como tu o yo, con este articulo te presentamos las condiciones reales que tienen que vivir día a día.
No sólo los salarios son precarios en Bangladesh y en otros muchos países, las condiciones de trabajo también pueden serlo. Así quedó demostrado el 24 de abril de 2013 cuando se derrumbó el edificio Rana Plaza en Dacca -capital- matando a más de 1.100 personas, de las cuales la mitad eran trabajadoras de fábricas de prendas de vestir.

También se encontraron varias niñas entre los escombros, lo que delató otra realidad: la del empleo infantil. De hecho, Rina Akter, trabajadora de la industria textil bangladesí que gana 45 mil pesos al mes, contó al diario español El País que si bien la edad mínima legal para trabajar en las fábricas de ropa es de 18 años, muchas empiezan a los 12.
Además, quedó al descubierto a nivel mundial lo inseguros que son estos talleres. “Construido en terrenos pantanosos y con pisos superiores añadidos ilegalmente, el edificio (de Rana Plaza) era un desastre estructural.Muchas de las marcas que fabrican ropa en el edificio fueron reconocibles al instante.Pero los derrumbes no son el único problema, también están los incendios, que son recurrentes en las fábricas textiles de Bangladesh, generalmente ubicadas en edificios muy antiguos, de construcción defectuosa y con precarias redes eléctricas.

Todo esto se suma que al tener leyes laborales menos estrictas y que no fomentan la defensa de los derechos laborales, los trabajadores pueden tener jornadas de hasta 54 horas por semana.
Christensen explicó que el libro de 2011 “To Die For: Is Fashion Wearing the World?” (Para morir: ¿Está la moda usando al mundo?), de la periodista británica Lucy Siegle enfatiza la vulneración de los derechos humanos en varias etapas de la producción de moda rápida. Desde el trabajo infantil en la producción de algodón, hasta las condiciones de trabajo inseguras de los ensambladores de prendas, hasta los precarios salarios de quienes trabajan en la zona.
Siegle -quien fue productora ejecutiva de un documental sobre la industria de la moda, llamado The True Cost, lanzado en 2015- muestra que en promedio un estadounidense consume 400% más de ropa que hace 20 años y deja una media de 37 kilos de desechos textiles cada año. Afirmación respaldada por la diseñadora de moda Eileen Fisher, quien afirmó que la industria de la confección es el segundo contaminador más grande del mundo, superada sólo por el petróleo.
“Si bien los problemas de la industria de la moda de hoy son claros, encontrar soluciones es un desafío. Muchos minoristas ahora tienen arreglos de auditoría para supervisar las condiciones de trabajo de las fábricas en las que se producen sus prendas. Pero una investigación reciente descubrió que la auditoría de la cadena de suministro está fallando tanto para los trabajadores como para el medio ambiente y solo está realmente ‘trabajando’ para los negocios”, indicó la abogada.
Eso sí, la experta en derechos humanos dijo que a raíz del desastre de Rana Plaza, hubo una acción positiva. “Firmado en mayo de 2013, el Acuerdo sobre incendios y seguridad en edificios en Bangladesh es un pacto independiente de cinco años entre marcas, minoristas y sindicatos diseñado para construir una industria de confección segura y saludable en Bangladesh. Más de 200 marcas de ropa, minoristas e importadores de más de 20 países firmaron el acuerdo”, expresó. Sin embargo, la abogada aseguró que los bajos precios a los que ofrecen sus prendas algunos minoristas suscitan dudas sobre la efectividad de este acuerdo para mejorar las condiciones y los salarios de los trabajadores, que en su mayoría son mujeres.
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