Probablemente cuando vas a comprar ropa a una tienda, o cadena, sólo miras la etiqueta para verificar la talla, pero no te has dado cuenta de otra información importante que puede haber en ésta, como por ejemplo, el país donde fue fabricada la prenda. O bien, si leíste ese dato, no te cuestionaste demasiado al respecto.
No te sientas culpable, inconsciente o demasiado ingenuo, la verdad es que es difícil imaginar que un simple “made in…” pueda esconder un escenario oscuro.

Lo cierto es que durante el último tiempo la llamada “fast fashion” o “moda rápida” se ha abierto camino en varios países del mundo, incluido el nuestro.
Si el concepto no te suena, se trata de una estrategia que busca “introducir colecciones de ropa que siguen las últimas tendencias de la moda pero que han sido diseñadas y fabricadas de una forma rápida y barata. De esta manera, ofrecen al consumidor medio, la posibilidad de acceder a las novedades del mundo de la moda a precios bajos”, según explicó la revista académica IESE Insight, dependiente de la escuela de negocios de la Universidad de Navarra en España.
Aunque esto suena muy bonito y hasta utópico, tiene un costo. Para poder sustentar ese modelo de negocio que siguen varias grandes marcas -entre ellas H&M y Zara- deben minimizar sus costos de producción instalando algunos de sus talleres en naciones con salarios bajísimos, como resultado de leyes laborales menos estrictas.
Una de estas es Bangladesh, donde los salarios de los trabajadores de la industria textil -principalmente mujeres- son inferiores a los 50 mil pesos chilenos al mes, afirmó la abogada de derechos humanos, Jayne Christensen, en una columna en el diario australiano Daily Telegraph. Es más, el salario mínimo en esta nación es de unos 41 mil pesos mensuales, de acuerdo a la ONG Human Right Watch.

Cuando compras ropa a precios demasiado bajos, debes saber que posiblemente ésta esconde una dura realidad. Según datos de la alianza internacional Clean Clothes Campaign (CCC) muchas veces el valor de una prenda va directamente relacionado al pago de los empleados que la fabrican.
CCC advierte que, por ejemplo, mientras más barato sea un pantalón, menor es la cantidad que recibe el trabajador que lo confeccionó. “Los clientes podrían ayudar bajo la máxima de ‘No debo comprar jeans por 9,90 euros (7 mil pesos chilenos)’ (…). Este precio no es compatible con condiciones de trabajo normales”, señaló el director ejecutivo de la Asociación de Moda GermanFashion, Thomas Rasch, en una entrevista a El Mundo.
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